El curso pasado tuvo suficientes jueves para darnos
a conocer a Alfredo y apreciar que era un buen tipo, cordial y con mucho humor.
Si empezó bien dispuesto, enseguida se hizo un
entusiasta de la encuadernación, atreviéndose
con proyectos más complicados, que me planteaba en clase y trabajaba después en
casa. Dimos un montón de vueltas a sus
fascículos de la radio. Daba gusto ver que tenía ilusión.
Qué pena que no podamos seguir.
He encontrado estas fotos del rakú de Pernas, otra
actividad que le pareció un descubrimiento y donde se le vio disfrutar un montón.
Al comenzar este curso lo hemos echado de menos, su
esquina sigue vacía.
Y no se acostumbra uno a las ausencias.
Guardaremos muy buen recuerdo.